Hace unos días escuché una plática del Lic. Everardo Elizondo Almaguer, elocuente y conocedor egresado de la Facultad de Economía de la UANL, lo que creo haber entendido es que, a pesar de algunas tendencias e indicadores poco halagüeños de la economía nacional, México tiene la singular situación de ser el país con el mayor número de acuerdos comerciales internacionales y, de tener como vecino al país más poderoso del planeta. Mientras no haya un cambio radical en materia de libre comercio, México seguirá creciendo.
El twitter del Presidente Trump, amenazando con aplicar impuestos de importación a las exportaciones mexicanas pudiera, sin duda, considerarse como un “cambio radical”, al agregar un elemento nuevo a la ya politizada ratificación del T-MEC (USMCA). El Presidente Trump acusó a México de ser un “abusador” de EE.UU. y puntualizó: «México se ha aprovechado de Estados Unidos durante décadas. Debido a los demócratas, nuestras leyes de inmigración son malas. México ha hecho una fortuna de los Estados Unidos por décadas, pueden solucionar este problema fácilmente. ¡Es hora de que finalmente hagan lo que se debe hacer!».
Si bien es cierto que en los últimos años México ha tenido un superávit comercial con EE.UU., también es su segundo mayor destino de exportaciones. Por otro lado, el déficit de México con respecto a su balanza comercial es 13%, comparado con 31% de Japón, 36% de Alemania y 63% de China.
Con respecto a la migración, México otorga visas humanitarias a los migrantes facultándolos para trabajar en nuestro país. Dichos migrantes están en condiciones de competir con los mexicanos por puestos de trabajo. ¿Qué mayor prueba necesita?
Desde la óptica de las drogas, es claramente un camino de dos vías; la oferta corresponde a la demanda. Al igual que como lo han hecho con el tabaco, tiene sentido económico y social para EE.UU. reducir su demanda por estupefacientes.
En fin, lo dicho, dicho está, pero el daño colateral será directamente proporcional a la reacción de México ante el mismo. El Presidente AMLO aseveró “no me falta valor, no soy cobarde ni timorato”. Mi madre solía decir que “en algún lugar debe caber la prudencia”. Creo humildemente que, si México reacciona con prudencia, sobriedad y con una estrategia que privilegie el bien común, se pudiese matizar la ofensa y acotar la amenaza. El ofendido siempre tendrá la opción de responder con dignidad pragmática en vez de reaccionar con sentimientos románticos e hiperbólicos.
Ante un magro crecimiento de la economía nacional y de la inversión (pública, privada o extranjera), al dar una respuesta oficial, será prudente considerar que el 40% del PIB de México depende de nuestras exportaciones y que, obedeciendo a una combinación de margen y tamaño del mercado, el grueso de las mismas se concentra en EE.UU.
Hago votos para que del lado mexicano quepa la prudencia.
Escrito por Dr. Eugenio José Reyes Guzmán
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