Al igual que no se puede tener desarrollo sin crecimiento económico, tampoco se puede impactar socialmente al entorno en forma sustentable si no se tienen los recursos para hacerlo. La mejor política social es la económica, ya que no se puede repartir la pobreza. Para tener un mayor impacto social se tiene que generar mayores recursos y, naturalmente, tomando como dada la voluntad de apoyar al entorno.
Existe un entendimiento parcial y ampliamente difundido, de que la responsabilidad social empresarial consta principalmente de actividades sociales. Muchas universidades llevan a cabo prácticas ejemplares y encomiables donde los estudiantes desarrollan proyectos de responsabilidad social pero no contemplan la sustentabilidad de los mismos. Algunos de estos proyectos son galardonados e incluso apoyados económicamente, pero lamentablemente se acaban después de unos cuantos meses, en ocasiones dejando un sentimiento de haber creado falsas ilusiones o abandono. En las empresas sucede lo mismo. Los empleados se organizan para: dar pláticas, pintar escuelas, sembrar árboles, hacer un mural con mosaicos y muchas otras actividades hermosas y laudables. Igualmente, son intervenciones puntuales que, después de unos meses, se enfrentan al reto económico de cómo seguir financiandolos. Por otro lado, las actividades sociales netamamente asistencialistas pudieran producir dependencia y desalentar el esfuerzo.
Otro enfoque muy distinto sería la subsidiariedad empresarial donde se “enseña a pescar”. Ejemplos de ello son ProPYME de Ternium con FACPYA UANL o el Programa de Mentorías PYME de Banregio con el WTC Monterrey UANL. En ambos casos las empresas, en alianza con expertos de la UANL, ayudan a desarrollar a sus clientes y/o proveedores. El impacto económico expresado en generación y/o retención de empleos y aumento en ventas, es sinónimo de un impacto social sostenible. Al aumentar las ventas rentables de una empresa y generar o conservar más y mejores empleos, en automático están generando un trascendental y sostenible impacto social. Es sostenible para Ternium y Banregio porque, al mejorar y crecer sus PYMES clientes, se generan consecuentemente mayores ingresos para la empresa tractora. Con el incremento en ingresos, pueden apoyar a través de la UANL a más PYMES, mismas que al crecer, generan aún mayores ingresos para la gran empresa. Es sin duda un círculo virtuoso donde todos ganan. Es un claro retorno sobre la inversión de la gran empresa que vá mucho más allá del año calendario. Al estar las PYMES mejor preparadas, seguramente su crecimiento continuará mejorando año con año y, la inversión del primer año de la empresa tractora, repercutirá en su utilidad por muchos años más. En cuanto a las PYMES, ellas seguramente preferirán un millón de veces más que se les brinden mejores herramientas para su desarrollo, que regalos o descuentos temporales que se diluyen y desaparecen con el tiempo.
La responsabilidad social empresarial más sublime es la que se traducen en el bien-estar y bien-ser de los empleados (y sus familias), y en el desarrollo económico y social de clientes y proveedores.
Escrito por Eugenio José Reyes Guzmán
El WTC Monterrey es un centro de la Universidad Autónoma de Nuevo León que coadyuva en la vinculación universidad empresa, impactando al ecosistema de las PYMES de la región a través de capacitación y asesoría con un claro enfoque a resultados medibles en términos de generación y conservación de empleos y aumento en ventas, operando bajo el modelo del SBDC (Small Business Developent Center). En los últimos 3 años, el WTC Monterrey-UANL ha capacitado y asesorado a más de 5,300 PYMES, coadyuvando a la generación y conservación de más de 8,000 empleos.