Hace unos días Fernando Mendizabal me compartió el video de una charla de Nick Hanauer en Ted Talks sobre el rol de los plutócratas en economías capitalistas. Nick expuso elocuentemente que en 1980 en los EE.UU. el 1% más rico obsenamente concentraba el 8% de la riqueza total y que ese porcentaje creció a 20% en 30 años y con tendencia a superar el 30%. En cambio, la acumulación de riqueza de los 50% más pobres bajó patéticamente de 18% a 12% y bajaría a 6% en la misma ventana de tiempo. El autoproclamado plutócrata argumentó que la excesiva concentración de riqueza y desigualdad social llevaría inexorablemente a un neofeudalismo con consecuencias catastróficas patentes en la historia universal, incluyendo la oclocracia.
Nick reiteró que la sociedad se explica como un ecosistema donde, a mayor poder adquisitivo de las mayorias, mayor demanda, la cual a obliga a una mayor producción y consecuentemente mayor empleo; engendrando un círculo virtuoso. Refrendó su argumento diciendo que por más bienes o servicios que los plutócratas quisieran adquirir, siempre estarán acotados al número de veces que ellos mismos puedan consumir: cortarse el pelo, salir a cenar, viajar o asistir a conciertos. Consciente de la imposibilidad de hacer una propuesta de solución holística, comenzó con plantear un incremento sustancial del salario mínimo, afirmando que solo una nutrida clase media resultaría en una economía boyante. Invitó a todo gobierno a hacer inversiones masivas en oportunidades de movilidad social para incrementar la clase media y en infraestructura para crecer la competitividad. Su propuesta, por certera y bienintencionada, no cobra el mismo sentido en países con poca educación ya que los salarios serán proporcionales.
La concentración de riqueza es inherente a una economía de mercado y al capitalismo. Aunque sea una tímida y pobremente argumentada moción, creo que es más lacerante la nimiedad de la base, que la concentración o la brecha misma, subrayo que el salario mínimo en California es 20 veces mayor al de México. Hablando de pobreza, según el Banco Mundial, a nivel mundial ha menguado de niveles del 80-90% en 1820 a tasas inferiores al 20% en la actualidad. En el mismo período, el PIB mundial creció exponencialmente de USD$1.2 billones a USD$85.8, y nunca ha dejado de crecer, y lo mismo se pudiera aseverarse para el PIB/capita. Es induvitable que el mundo posea hoy más riqueza que nuestros ancestros. La oportunidad no solo estriba en cerrar la brecha de la desigualdad, sino en una justa y orgánica distribución de riqueza y generación de oportunidades, que permitan elevar significativamente la base; la gran interrogante es cómo lograrlo.
Parte de la solución reside en tener más empresarios conscientes, virtuosos y con una preclara idea de lo que es verdaderamete una sublime Responsabilidad Social Empresarial. Naturalmente me viene a la mente la familia Garza Sada con sus clínicas para sus empleados y familias, con sus viviendas dignas, con sus escuelas politécnicas. Igualmente pienso en Ernesto José Reyes cuando ofrece oportunidades laborales bien pagadas para personas privadas de su libertad; al pensar que el sueldo de sus empleados debería de ser tal que sus familias tengan oportunidades de educación y esparcimiento iguales a las de sus propios hijos y está convencido de que su empresa se debe a sus trabajadores, a la familia JYRSA. Otro laudable ejemplo es QUALFON de Alfonso Gonzalez al tener la misión de ofrecer desarrollo personal para sus más de 12,000 empleados y sus familias, quien ha consagrado su empresa al Sagrado Corazón de Jesús, tiene consejeros espirituales en sus fabricas y la vision de contratar todas los empleados que la empresa económicamente pueda, pero con propósito de vida. Otro ejemplo fue Manuel Rivero quien por 4 años coadyuvo a que sus clientes crecieran con la ayuda de asesores del WTC Monterrey-UANL, generando y conservando 5 veces el número de empleos directos que el mismo banco en Monterrey. Hay muchos otros laudables ejemplos de empresarios valientes y comprometidos con compartir los dones y talentos que tienen encomendados y que trabajan incansablemente por un mundo mejor y habrá que clonar su ADN y su congruencia Sin clase media, imposible.
Fuente: El Porvenir | Dr. Eugenio José Reyes Guzmán.