Un problema feliz
La idea de regresar la producción de un país extranjero hacia el país de origen o a un país vecino es considerado una tendencia y una innovación.
La idea de regresar la producción de un país extranjero hacia el país de origen o a un país vecino es considerado una tendencia y una innovación.
Es lacerante ver como las oligofrénicas decisiones del gobierno solo demuestran que está cada vez más alejado de la realidad.
El camino más expedito, no fácil, sería cerrar filas para exigir pruebas de aptitud, educación, inteligencia, sicométricas y de confianza.
Hay dos realidades infalibles: la existencia de Dios y la verdadera historia, pues habla de lo que ya pasó. El reto ahora es aprender de la historia y pedirle a Dios sabiduría y discernimiento por el bien de la democracia, del bien común y en defensa de la dignidad humana.
El insuficiente apoyo gubernamental del 0.7% del PIB para la reactivación empresarial y la carente política industrial pintan un panorama poco halagüeño.
La educación alcanza a ser el faro que disipe los miedos y revele la grandeza del ser más allá del tener.
Solo espero que los seres humanos, al beber agua, sepamos recordar y agradecer la fuente.
Sin inversión no hay crecimiento económico y, sin crecimiento, no habrá impuestos que soporten un gasto social.
Quizás una de las más grandes y malévolas falacias de los siglos XX y XXI ha sido el afirmar que la familia pequeña vive mejor.
Quizás una buena apuesta para México sería revisar la pertinencia de los programas académicos, reforzar las matemáticas, hacer del inglés un segundo idioma oficial.