Hace unos días se inauguró el primer vuelo comercial de Aerolíneas Emirates entre Ciudad de México y Dubái con escala en Barcelona. Uno se preguntaría, ¿Cuál ha sido la receta de Dubái que la hace tan atractiva para que más de 130 aerolíneas extranjeras llegan a es país, comparado con menos de 30 en el Aeropuerto Internacional de CDMX? En definitiva su apertura comercial ha sido toral al no existir un impuesto sobre la renta, hay tasa cero a las ganancias, los inversionistas pueden poseer el 100% de sus empresas sin socios locales y el índice de criminalidad es de 0%. Dubái es el emirato del turismo y de refulgentes rascacielos y su infraestructura es icónica teniendo la torre más alta del mundo, Burj Khallifa: el hotel más caro, Burj Al Arab y el aeropuerto internacional de mayor tamaño de entre todos los países. El Centro Financiero de Dubái, que es casi un estado dentro de otro estado es dirigido por un británico, se habla inglés y no árabe y la moneda de cambio es el dólar estadounidense y no el Dirham; se ha convertido en el centro financiero del Medio Oriente albergando empresas como The Carlyle Group, Goldman Sachs Group Inc, y Citigroup Inc. Igualmente el país ha logrado posicionarse como la base de empresas de tecnologías de la información, contables y comerciales de los países árabes. En consonancia, Abu Dhabi, el emirato vecino, se ha propuesto convertirse en el centro artístico y educativo del medio oriente invitando al museo de Louvre y a la Universidad de Nueva York, entre otros.
Es increíble cómo hace tan solo 50 años, siendo Dubái un protectorado británico, era un arenoso y remoto enclave en el desierto y su economía se basaba en la producción de dátiles, en la pesca y la extracción de perlas; hasta que descubrieron el petróleo. Dubái, el Singapur del Medio Oriente, tiene una población de tan solo 3 millones conformada por 20-80% nacionales vs. extranjeros y es uno de los 7 países que desde el 3 de diciembre de 1971 conforman los Emiratos Árabes Unidos. Es innegable reconocer que la exportación de petróleo -y gas natural- fue la principal palanca para impulsar la economía de Dubái y el resto de Emiratos Árabes Unidos. Sin embargo, su política industrial y estrategia país han logado reducir el peso del petróleo y el gas del 75% de su economía a algo menos del 30% hoy en día.
¿Qué tanto dinero se requiere para transformar a un país? A solicitud de un buen amigo chileno, es aquí donde quisiera hacer una reflexión; un parcial e injusto paralelismo entre Emiratos Árabes Unidos y Chile. Pues bien, según datos del Banco Mundial, en 1975 el PIB de Emiratos Árabes Unidos era tan solo de USD$14.7 millardos contra USD$414 en 2018. Chile, en cambio mudó en el mismo período de USD$7.6 a USD$300 millardos. Con estos datos, los EAU crecieron 28 veces su economía y chile 39 tantos en los mismos años. Más aún, sus poblaciones son pequeñas: 9.5 en EAU y 18 millones en Chile y ambos países tienen una altísima dependencia de productos primarios; 30% del petróleo en EAU y 10% del cobre para Chile. Considerando la numeraria, uno pudiera pensar que debiese haber una cierta armonía en el desarrollo en infraestructura en ambos países, y lamentablemente no es así. Según mi amigo chileno, el gobierno de Chile con los ingresos de la minería, debió haber transformado al país en el Dubái de América Latina.
Como corolario, se pudiera aseverar que los gobiernos debiesen caracterizarse por un estricto apego a la rendición de cuentas y que la discrepancia en el desarrollo, precisaría dar una diáfana explicación. Todo gobierno, toda empresa y toda persona tendrá que dar cuentas del costo de oportunidad de no haber hecho o no haber sido lo que su ser o naturaleza obliga.
Fuente: El Porvenir | Dr. Eugenio José Reyes Guzmán.