En un libro titulado El Punto de Inflexión, o “The Tipping Point” el escritor canadiense Malcolm Gladwell habla de cómo unos pocos pueden cambiar el destino de las masas. En su libro explica cómo una persona (líder) o unas cuantos individuos, para bien o para mal, pueden ocasionar una epidemia social que cambie el comportamiento de las masas. Pensemos en el grupo musical que definió el “Perreo” como moda para bailar. Los “trending topics” son ejemplos claros de cómo una idea, relevante o nó, puede influir en las masas. Gracias a las redes sociales, la masificación de ideas y conceptos verdaderamente se contagia como una pandemia y se expande como fuego en un bosque de matorrales.
Otra forma de ver el mismo fenómeno es la “teoría de masas” la cual versa sobre el comportamiento colectivo de los grupos. Las masas se “contagian” de las ideas o conceptos y los imitan y repiten sin cuestionar nada. Las masas pierden su autonomía, su independencia y tristemente se subordinan a lo que dicen sus líderes.
Poco a poco las masas se convierten en autómatas que en forma casí instintiva se mueven al son que sus líderes les marcan. La teoría de masas aplica para todos pero las masas más vulnerables son aquellas que no han tenido la ingente oportunidad de haber estudiado y cuyas bases para cuestionar a quien los dirige son endebles.
Normalmente los líderes, falsos o virtuosos, son múy hábiles para percibir un necesidad, un anhelo o una insatisfacción en las masas y lo aprovechan para inculcar sus pensamientos, agenda, ideología o intereses particulares.
Aquí es donde la educación, los valores, la moral y las intenciones del líder o de los líderes juega un papel trascendental. Un ejemplo de liderazgo tóxico fue cuando Hitler propuso sus ideas y la mayoría de los alemanes pensaron que unos pocos Nazis no alcanzarían a mover a las masas. En las urnas no siempre gana el más preparado o el más virtuoso, sino quien sabe conectarse con las masas. Tambien tenemos ejemplos laudables como el del “poverino” de Asis, quien llegó a cambiar la forma en que millones de personas en el mundo que ahora se perciben como administradores y no dueños de sus dones y sus riquezas.
Se estima que en México menos del 40% de los jóvenes entre 18-22 años terminan bachillerato. Somos un pueblo funcionalmente iletrado y en algunos casos, hasta analfabeta. Un pueblo así es un caldo de cultivo natural para líderes, mesias, caudillos y profetas. El pueblo mexicano realmente está en un estado de indefensión ante el canto de las sirenas de aquellos que tienen voz o poder para manipularlo.
Es imperativo que aquellos que hemos tenido el privilegio de haber sido educados con valores, principios y moral, no solo alzemos la voz, sino que hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para caodyuvar a que las masas tengan ejemplos virtuosos a los cuales seguir. Habrá que usar las leyes de “los pocos” y “las masas” para apoyar positivamente a los mexicanos en su discernimiento. Si no lo hacemos los buenos, los malos lo harán.
Escrito por Dr. Eugenio José Reyes Guzmán
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