¡Para qué tanto brinco señor Trump estando el suelo tan parejo! Desde el punto de vista de la geopolítica, el rol hegemónico mundial lo ha ostentado claramente desde el siglo pasado los Estados Unidos de Norteamérica y su presidente pudiera considerarse como el hombre más poderoso del planeta. El presidente Trump es un hombre controversial con una desmedida autoestima quien se jacta de ser un ganador; no toma alcohol, duerme poco y trabaja largas horas, se comunica con frases hiperbólicas y tiene un aparente déficit de atención. Este individuo está convencido de que el éxito se mide a través del poder y la riqueza. En la guerra entre naciones del Presidente Trump, inspirada en el libro de El Arte de la Guerra de Sun Tzu, su estrategia negociadora belicosa vencerá siempre a los débiles, a los perdedores.
Se estima que la ofensa es el motivo primario por el cual el amor se convierte en rencor y que puede perdurar mucho tiempo esperando la oportunidad de venganza. Entre muchas embestidas verbales del Sr. Trump y a pesar de su envergadura, ha dicho que México envía a EE.UU. a criminales y violadores; al presidente del Partido de los Trabajadores de Corea (del Norte), Kim Jong-Un lo llamó “rocket man”; a Angela Merkel la llamó “cautiva de Rusia” por el tema energético; de Justin Trudeau dijo que era “deshonesto y débil” por contraatacar a EE.UU. con aranceles y a China la ha acusado de manipular el Yuan. Abalanzándose contra sus mismos connacionales llamó a Hillary Clinton, “chueca, desalmada y mentirosa”; a Nany Pelosi la ha apodado “nerviosa, loca y amante de los M-13 y del crimen”; y a su contrincante Elizabeth Warren la ha denominado “Goofy, Pocahontas y la india”.
Sumando daño al insulto, a una semana de su toma de protesta como presidente de EE.UU. decidió sacar al país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), dejando un ingente vacío de poder geopolítico que ha sido oportunamente ocupado por China. En agosto EE.UU., ante un cabal reclamo de la Unión Europea, se retira formalmente del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF), firmado desde 1987 entre los presidentes Reagan y Gorbachev y que fuera el precursor del fin de la Guerra Fría. El 5 de noviembre pasado cumplió su promesa como candidato y notificó a Naciones Unidas su decisión de abandonar el Acuerdo de París, alienando a los 200 países firmantes del compromiso contra el cambio climático.
El Sr. Trump también tiene sus cuitas con los europeos al haber impuesto aranceles al acero y aluminio y amenazar con hacer lo propio contra autos y partes alegando cuestiones de seguridad nacional. Con la misma tónica, el Sr. Trump ha impuesto aranceles al vino francés, al queso italiano y al whisky escocés como rechazo a los subsidios de Airbus. Los europeos están igualmente diseñando una estrategia ante la Organización Mundial de Comercio por los subsidios a Boing por parte de los EE.UU.
No es posible hacer un ejercicio controlado de las repercusiones de los ataques, y es verdad que el mejor pleito es el que se evita. La pugna más sonora y recurrente del Sr. Trump es con China y quizás nunca había sido más válida la frase de que “no hay enemigo pequeño”. Apenas el 14 de diciembre y como un gesto prudente, EE.UU. delineó un acuerdo comercial parcial en el cual retrasaría aranceles por USD$160 millardos a productos chinos. Esta resolución fue percibida por algunos como un triunfo a la paciencia y perseverancia china de aguantar e ignorar los embates que por año y medio ha suscitado su competidor. Entre aranceles, prohibiciones, embargos y tarifas compensatorias se ha caracterizado las relaciones sino-americanas. Sin embargo, se pudiera afirmar que la madre de todas las batallas librada entre ambos países está en pleno apogeo y es por la supremacía de la tecnología 5G, liderada por Huawei y cuyo mercado mundial se estima en USD$14 millones de millones. Vamos a ver a la larga cómo ambos gigantes se ponen de acuerdo para establecer un terreno de juego parejo donde todos ganen.
Es curioso cómo la línea divisoria entre los motivos reales y los subyacentes se pierde en la retórica. El promedio de los mortales desconocemos si el móvil real en una supuesta estrategia geopolítica es económico, político o simplemente un instinto animal del poder por el poder. Mientras tanto, aranceles van y vienen acompañados de nuevos insultos y amenazas erosionando la confianza y menguando el crecimiento. Ante todo esto hay un claro perdedor: la economía mundial y su cara más evidente son los pobres. No se justifica de ninguna manera que el sufrimiento de unos sea provocado por la ambición de otros; te lo digo Juan para que me entiendas Pedro.
Fuente: El Porvenir | Dr. Eugenio José Reyes Guzmán.