Para el caso de México pudiera decirse que la fortaleza de los tratados internacionales firmados por neolilberales, es la protección a la inversión
A principios de 1993, una de mis primeras encomiendas al entrar a laborar a CEMEX, fue enviar cartas a clientes y proveedores en EE.UU. para que ellos, a su vez, les pidieran a sus congresistas su voto a favor del Tratado de Libre Comercio (TLC) de Norteamérica, o TLCAN. En noviembre 18 de 1993, después de una intensa toma y daca, finalmente se aprobó en el congreso de EE.UU. con una votación de 234 a 200, 16 votos más de los 218 necesarios. Ante ello, el entonces orondo presidente Clinton comentó: «En estos tiempos, cuando mucha de nuestra gente sufre, nosotros optamos por competir (como bloque) y no recular». Quizás sea igualmente válido hoy en día.
Entre los 13 TLCs que México tiene con más de 50 países, tres de ellos destacan por su trascendencia: el de Norteamérica, ahora T-MEC, el de la Unión Europea, TLCUEM y el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, CPTPP o TPP-11. Más allá de haber provocado el aumento de exportaciones de USD$60 a $450 millardos desde 1994, sendos tratados tienen beneficios colaterales al injerir en decisiones nacionales. Ejemplo de ello fue la condición para firmar el TLCAN de parte de EE.UU. de crear en México la Comisión Nacional de Derechos Humanos y de fortalecer la independencia del Banco de México. No por nada el exjefe negociador de México en el T-MEC, Kenneth Smith, advierte que el gobierno federal debe estar atento de no implementar políticas contrarias a los compromisos internacionales establecidos particularmente en esos tres tratados.
Más aún, el T-MEC establece que las empresas, en caso de un retroceso regulatorio en la apertura de los sectores de petróleo, gas natural y generación de energía eléctrica, tendrán acceso a solicitar un panel arbitral que dirima las controversias entre inversionistas y Estados, teniendo como marco lo establecido en la reforma energética de 2013. En otras palabras, las inversiones están de alguna forma blindadas por los tratados. Claro está, tendrá que existir la voluntad política de cumplir las disposiciones de los TLCs y hacerlas cumplir.
Algunos capítulos del T-MEC que buscan evitar arbitrariedades en inversión y comercio transfronterizo de servicios son el 14 y 15. Con esto en mente, cabe la posibilidad de reabrir el caso de la cervecera «Constellation Brands» terminada por una supuesta «prueba de daño» resultante de una consulta popular. Otros dos capítulos, el 21 y 22, garantizan un entorno de competencia económica o antimonopolios, estatales o no. Siendo así, CFE y PEMEX tendrán que estar cabalmente reguladas de modo tal que no exista un trato imparcial o sesgado con respecto a empresas privadas de los tres países firmantes del tratado. Los proyectos de inversión extranjera en energías limpias detenidos en meses pasados, quizás se reabran al amparo de los tratados. El T-MEC entró en vigor el primero de julio… vamos a ver «de que cuero salen más correas».
Más allá de los tratados, México participa activamente en organismos y foros multilaterales y regionales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Mecanismo de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) y la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). La participación mexicana en dichos organismos igualmente conlleva beneficios como las tres protecciones básicas para las inversiones extranjeras contempladas por la OMC: la cláusula de Nación Más Favorecida, de Trato Nacional y de Nivel Mínimo de Trato. Otro ejemplo es el otorgamiento de autonomía a la Comisión de Apoyo a las Víctimas del Delito y la CONAPRED por insistencia de la Organización de Naciones Unidas (ONU). En fin, a pesar de una creciente tendencia de algunos países a regresar a su mercado nacional obviando el internacional, a plata pura, cada vez es más cierta la frase que las naciones afortunadamente, no se mandan solas.
En sentido estricto, no hay absolutos y los tratados también tienen sus áreas de oportunidad. En 1999, la abogada Susana Prieto lideró el Movimiento M20/30 donde la exigencia de un aumento salarial de 20% y un bono anual de 32 mil pesos, provocó, entre otros males, la salida del país de 15 empresas internacionales y la pérdida de 30,000 empleos solo en Matamoros, Tamaulipas. Una verdadera tragedia no vista en años en México amparada por una nueva corriente ideológica. Pues bien, incitando el mes pasado a trabajadores, esta vez en Ciudad Juárez, la Lic. Prieto fue arrestada. Semanas después, el líder del poderoso sindicado estadounidense AFL-CIO, envalentonado por lo previsto en el T-MEC en materia sindical, envió una carta al Secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, abogando por ella. El resultado, so pretexto de errores procesales durante su captura, fue su liberación. ¿Qué interés tiene el sindicato al norte del Río Bravo en protegerla a ella? Probablemente nada, pero el mensaje subyacente es claro; entre más problemas laborales haya en México, más empresas querrán reubicarse nuevamente en EE.UU.
El filósofo inglés John Locke decía que «La fortaleza es la protección y el apoyo de las demás virtudes». Pues bien, para el caso de México pudiera decirse que la fortaleza de los tratados internacionales firmados por neolilberales, es la protección a la inversión y el apoyo a las empresas.
Fuente: El Porvenir | Dr. Eugenio José Reyes Guzmán.