Por irónico que parezca, la violencia filio-parental es un tema recurrente y en franco crecimiento
A finales del año pasado, fue aprobada por unanimidad por el congreso de Puebla una reforma al Código Civil para revertir donaciones de padres a hijos cuando los segundos maltraten a los primeros. Por irónico que parezca, la violencia filio-parental es un tema recurrente y en franco crecimiento. Como si la razón fuese desplazada por la víscera, la obligación por el capricho, el amor por el rencor y la lección aprendida por la mentira. ¿Cómo es esto posible si es justamente en el seno de la familia, el núcleo de toda sociedad, donde se aprende a amar y ser amado? Pues bien, quizás dicha incongruente y vehemente ingratitud, sea un reflejo de haber sido sistemáticamente desagradecidos con quien le ha enseñado a la sociedad virtudes y valores, la Iglesia.
Por principios de cuenta, en el siglo XIII, un teólogo católico perteneciente a la Orden de los Predicadores, Santo Tomás de Aquino, sentó las bases del ideal común para todos los pueblos y naciones, la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El Santo los llamó derechos naturales, teniendo como fundamento la dignidad humana expresada en aspectos ontológicos y morales y concebidos como unidad sustancial de alma y cuerpo. Teniendo como base dichos principios, al menos 160 naciones reconocen y, en principio, protegen los derechos humanos fundamentales, mismos que se han traducido a más de 500 idiomas.
Desde el punto de vista educativo, aunque los griegos y romanos fueron grandes maestros, el sistema universitario moderno tiene su origen en las escuelas catedralicias y monásticas de los siglos XII y XIII. Dichas escuelas de origen medieval, se desarrollaron alrededor de bibliotecas en catedrales europeas formando un clero educado para la Iglesia. Más aún, según el historiador de la ciencia Edward Grant, la institución que reconocemos hoy, con sus facultades, exámenes y grados, es una herencia directa de la Iglesia medieval. Pasaron los años y en el siglo XIX, Don Bosco, desarrolló un sistema educativo humanista amorevolezza, que se convertiría en uno de los más importantes y visionarios de la época contemporánea, el Sistema Preventivo Salesiano. Su objetivo era dotar de principios y educación a los niños y jóvenes pobres y excluidos, cuyos tres postulados eran: la razón, la religión y el amor. Seguramente ese santo católico conocía que el origen de la pobreza y la injusticia social, verdaderas destructoras del hombre y su dignidad, era la ignorancia. Hoy en día, la Iglesia es la mayor universidad del mundo siendo responsable de la educación de más de 56 millones de niños y jóvenes.
Desde la óptica de la caridad, según «The Economist», la Iglesia es la organización no gubernamental más grande del mundo. Tan solo una de sus miles iniciativas, la unión de asociaciones de Caritas Internationalis, con no menos de 600,000 voluntarios, opera en más de 200 países, aliviando el sufrimiento de decenas de millones de personas. Con datos de la misma asociación, más de la mitad de los muertos de SIDA en el mundo fueron amorosamente atendidos por esa organización católica. En los desastres naturales es de las primeras en llegar con alimentos, agua, medicinas y algún método creativo para habilitar viviendas. Más aún, Caritas no desaparece después de socorrer a las víctimas ya que juega un rol preponderante en la reconciliación y pacificación de los pueblos, encauzando a los marginados para que se conviertan en protagonistas de su propio desarrollo.
Junto con Caritas, por mencionar solo algunos, está el Consejo Pontificio Cor Unum como ayuda humanitaria en conflictos bélicos y desastres naturales, la fundación Sahel (desierto) luchando contra la sequia y la desertización y la Fundación Populorum Progressio, financiando miles de proyectos y brindando apoyo moral y espiritual. Como ejemplo puntual, Catholic Charities USA, agrupa a más de 1,700 asociaciones atendiendo a millones de personas en las diócesis. Con datos del Anuario Pontificio, las 170,000 instituciones de asistencia y beneficencia de identidad católica, atienden al 26% de los centros hospitalarios a nivel mundial, asistiendo a leprosos, ancianos, discapacitados, desplazados, migrantes y enfermos incurables.
La historia no puede ser interpretada sin tomar en cuenta la realidad objetiva y la Iglesia también jugó un rol fundamental en la independencia de México ya que fueron dos bizarros curas católicos, buscando el bien común, quienes la iniciaron. Asimismo, el primer lábaro patrio tenía como emblema, no el águila parada en un nopal devorando una serpiente, sino la imagen de la Virgen de Guadalupe. Igualmente, la primera universidad que hubo en el país fue la Real y Pontificia Universidad de México. Ha sido, sin duda, inefable la impronta de la Iglesia católica.
Aunque la Iglesia ha cometido errores y tiene sus áreas de oportunidad, es innegable todo el bien que ha hecho a México y el mundo. Entonces, no se entiende el anti catolicismo primario que está tomando enormes proporciones con ataques de odio contra ella, el Papa y los fieles. Repasando un poco la historia de México, aunque Benito Juárez fue educado en escuelas católicas, ingratamente expropió sus bienes, Plutarco Elías Calles ordenó con saña a algunos tibios bautizados a violar monjitas, a profanar los templos y a fusilar, quemar y ahorcar a sacerdotes y sus defensores. Hoy en día la persecución a la iglesia continúa a través de leyes y reformas contrarias a la verdad y orquestadas por una izquierda ideologizada, donde algunos ingratos miembros fueron bautizados y educados justamente por ella.
Con lo anterior en mente precisa recordar lo que decía el escritor estadounidense, Eric Hoffer: «La gente que muerde la mano que los alimenta, normalmente lame la bota de quien los patea». Solo espero que los seres humanos, al beber agua, sepamos recordar y agradecer la fuente.
Fuente: El Porvenir | Dr. Eugenio José Reyes Guzmán