La ironía de la responsabilidad social empresarial
La Declaración Universal de Derechos Humanos recoge en su artículo 23 que «toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de sus trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo».
Para que existan condiciones satisfactorias de trabajo, tiene que haber una entidad jurídica que las genere y, el único mandatado para generar riqueza y para ello oportunidades de empleo es el empresario. El empresario es aquel héroe desconocido que al ofrecer oportunidades laborales y contribuir a los factores de la producción, sostiene económicamente a todo país.
Hace unos días me enteré del caso donde un joven milenial durante una entrevista de trabajo cuestionó al dueño de una empresa sobre sus actividades sociales, como para discernir si le convenía ese empleo.
El empresario, a quien llamaremos Juan, me confió su experiencia con ese joven y me dijo. “Realmente este muchachito no tiene ni la menor idea de lo que es ser empresario. No sabe que el empresario arriesga todo su patrimonio para ofrecer oportunidades de trabajo. No se da cuenta que la responsabilidad social más sublime, más trascendental de un empresario es justamente la generación de empleos dignos y bien remunerados. Y después, solo después de ello, vendrán otro tipo de acciones sociales”.
Yo no podría estar más de acuerdo con Juan. Existen innumerables casos de empresas galardonadas y admiradas por sus acciones de responsabilidad social, enhorabuena por ellas. Toda empresa tiene la obligación moral de hacer un aporte y dejar una impronta en la sociedad. Todas esas obras son importantes y suman al bien común. Sin embargo, la primera responsabilidad social de la empresa es con sus trabajadores, clientes y proveedores.
No se vale tener empresas donde haya empresarios millonarios y empleados viviendo en la miseria, donde al trabajador no los trate con dignidad. No es correcto que las grandes empresas expriman a sus proveedores con condiciones leoninas al grado de forzarlas a la quiebra. No es moral que los oligopolios acuerden elevar los precios o impedir importaciones.
En ocasiones pareciera que algunas empresas disfrazan su falta de congruencia en el trato a empleados, clientes y proveedores, con acciones de responsabilidad social fuertemente publicitadas. Pareciera que distribuyen migajas de sus ingentes márgenes de utilidad en acciones de responsabilidad social, como para justificar su falta de valores empresariales.
Como colofón, creo que el cuestionamiento del joven milenial es en principio correcto pero deficiente en el entendimiento de la responsabilidad social por excelencia de toda empresa y sus dirigentes. Como ejemplo de preguntas concatenadas pudieran ser: ¿cómo trata usted a sus trabajadores, clientes y proveedores? Y ¿Qué otras acciones de responsabilidad social realiza su empresa?.
Artículo escrito por el Dr. Eugenio José Reyes Guzmán, Director del WTC Monterrey UANL